Mirada hacia un futuro pasado desde un presente lejano

 Ya se torna aburrido, fastidioso, una especie d esas constante, un vivir siempre en lo mismo, el hastío, el aburrimiento de saber que nada de lo que esperamos va a pasar, que por el contrario, lo todo inesperado va a suceder. Ese fastidio derivado de la ya pronunciada llegada de lo no planificado se vuelve como el zumbido constante de esa mosca que vuela en círculos perpetuos una ves que ingresa a la casa.

Es una sensación que al principio es amenazante y desesperante, luego se torna en enfermiza y más tarde vienen el aburrimiento, el agotamiento propio derivado de un "ya saber" lo que va a pasar y eso es de todo menos lo que uno espera, menos lo que uno desea.

Esa obra de teatro repetida se torna monótona, sin sentido, aún cuando constantemente cambie y sucedan toda clase de eventos traumáticos y desgarradores, aún así, ya uno sabe lo que va a pasar y eso es: nada de lo que uno desea o quiere.

Esa gota que cae constantemente, una tras otra, hasta erosionar y agujerear en la vida misma de cada uno, siempre y cuando uno siga creyendo en eso que trae la vida, en sus logros, que son al poco tiempo trastocados y convertidos en desdicha, en las aspiraciones, que una ves cumplidas son transformadas en pesadillas rutinarias, o en sus derrotas, que terminan en victorias, para luego volver a pasar a las derrotas.

Ese constante devenir que jamás se pone a la par de nuestros deseos, anhelos o pensamientos, hace que siempre sepamos lo que va a venir... la nada misma, el vacío total de significado alguno, un reflejo que no se refleja en espejo alguno, la eterna y siempre recurrente discrepancia llevada hasta el absurdo mismo, tan absurdo que se hace difícil incluso buscarle algún significado. Es el venir y devenir perpetuo de todo, menos... de lo que se quiere

 

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