La primera de muchas (o eso espero)
Un pequeño escrito de mi autoría para introducirnos en el tema de la semana que viene que se viene en el nuevo podcast! Espero lo disfruten.
Cuando me doy cuenta de que miento no puedo, sin embargo, separarme ¿o será que en verdad si lo hago y sigo pensando que no? Es una buena hipótesis. ¿Cómo me podría dar cuenta de que miento si no me separo de aquello lo cual miente?.
Dulce belleza que hay en la escritura de poder poner en palabras verdades que a uno mismo le son ajenas y hasta desconocidas, dulce ambrosía que permite separarme de aquello y ese efecto me conduce a la unidad con el cosmos. Me separa de mí mismo pero me une a lo Divino.
El acto de ver es en sí mismo separación. Pero, no significa poder hacer sobre lo que me separo. Eso es otro camino, otro peldaño, otro quehacer que requerirá largos días, semanas, hasta vidas incluso para que lo que observo se subordine a lo que puede ver. ¿Ver qué? la nada misma, el racimo de la mentira sostenida en la nada, esa nada preciosa e insondable pero que lo que el separado teme más, no así el separador que es aquel que puede ver, ese separador que pudo ver. ¿Por qué acaso no seguir a aquel que vio? ¿Por qué no seguirlo en un viaje hacia la nada?. La aventura de los Dioses, la aventura esperada y escrita en todas las lenguas, pueblos y épocas de la historia, la aventura epopeyica, la aventura arquetípica, aquella que separa lo real de lo falso y le provee al hombre un nacimiento nuevo, distinto, resucitándolo de entre los muertos para que viva.
Después de todo... ¿No es el viaje hacia uno mismo el único que nos dará el conocimiento para acercarnos a lo Divino? Atrévete muchacho ¿Qué corta tus alas muchacho e impide que te lances ávido a ese vuelo?
No te resistas más Hijo mío y parte hacia allí, que es ahí y solo ahí donde cada pregunta te será respondida y cada cosa puesta en su lugar, es un sitio donde sólo lo verdadero te tocará.
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